La semana pasado Bogotá se vistió de moda, tendencias, personas arriesgadas, que llevaban todo un performance en su vestuario. Si, definitivamente la moda comunica, pero también nos divierte y nos hace soñar, como nos luciría a nosotras una de aquellas prendas que cobran vida en la pasarela. En esta edición del Bogotá Fashion Week el concepto estuvo centrado en la identidad; No solo al identificarnos con nuestro país y su cultura, sino como cada uno reinterpreta ese acervo, que en parte nos define y nos hace ser quien somos.
La inauguración del evento de moda más importante en la capital inició con una pasarela internacional. La marca Ailanto, creada por Iñaki y Aitor Muñoz, dos hermanos que por medio de los colores, formas y textura buscan que cada prenda sea casi como una obra de arte. Las formas del vestuario me recordaron a algunas de las prendas usadas en los años 20 y una paleta de color exuberante con bellos estampados, hizo de esta presentación una verdadera obra de arte que me trasladó a otras épocas.
La pasarela de cierre en la primera noche de Bogotá fashion week estuvo a cargo de Adriana Santacruz, una marca que se caracteriza por hacer prendas con tejidos para abrigar, proteger de las temperaturas que brinda el clima Santafereño. Esta colección llamada “La Ruana” tomó una prenda común en el interior del país y la convirtió en algo extraordinario, con diversos colores y tejidos. Cada modelo llevaba esta prenda de una manera distinta, adornada con grandes broches en forma de animales de Danielle Lafaurie.
Fue una noche llena de identidad y simbología, pues acordemonos que antes de ser Colombia Fuimos el Virenato de Nueva Granada y parte de la cultura española quedó inmersa en nosotros, sin despreciar nuestras raíces, pues una de las prendas representativas del interior del país nos cautivó para seguir llevándola con orgullo en nuestro vestuario.